Ordeño manual y cuidadoso para evitar contaminaciones.
Limpieza exhaustiva de las ubres y utensilios.
Enfriamiento rápido de la leche para frenar el crecimiento bacteriano.
Análisis periódicos para detectar posibles patógenos.
Consumo preferentemente en productos artesanos con certificación como el Sello Artzai Gazta.