La oveja Latxa es mucho más que una raza; es un pilar fundamental de la cultura y la gastronomía del País Vasco y Navarra. Autóctona de estas tierras, su nombre significa «áspera» en euskera, haciendo referencia a su característica lana larga y basta. Esta oveja se ha adaptado perfectamente a los pastos de montaña y al clima atlántico, lo que le permite producir una leche de altísima calidad, esencial para la elaboración de quesos con Denominación de Origen como el Idiazábal.
La Latxa es una oveja de tamaño medio, con cuernos en ambos sexos y una lana peculiar que la protege del frío y la humedad. Pero su mayor tesoro es su leche. A pesar de no ser una gran productora en volumen, la leche de la oveja Latxa es excepcionalmente rica en grasa (alrededor del 7%) y proteína (aproximadamente el 5%), lo que la hace ideal para la elaboración de quesos de pasta prensada. Esta alta concentración de sólidos es lo que confiere al queso Idiazábal su sabor intenso, su textura característica y su gran capacidad de maduración.
La cría de la oveja Latxa está ligada a un sistema de pastoreo extensivo y trashumante, que contribuye a la conservación del paisaje y la biodiversidad. Los pastores Latxa mantienen una conexión profunda con sus rebaños y la tierra, reflejando un modelo de producción sostenible que valora la tradición, el bienestar animal y la calidad del producto final. Esta simbiosis entre oveja, pastor y entorno es lo que garantiza la autenticidad y excelencia de los quesos que de ella derivan.
La oveja Latxa no es solo un animal de granja; es el corazón de una tradición quesera milenaria y un símbolo de la vida rural vasca. Su valiosa leche y el compromiso de los pastores garantizan la continuidad de productos tan emblemáticos como el queso Idiazábal.